Definir tus valores es la decisión más importante que puedes tomar, y la IA no puede tomarla por ti La realización personal, no la productividad, es el verdadero desafío del futuro
Por Bradley Hook
Key Takeaways
- La inteligencia artificial puede proporcionar respuestas instantáneas, pero el sentido de la vida sigue siendo una búsqueda personal.
- Equilibrar la tecnología con los valores humanos resulta esencial para encontrar sentirte realizado.
- Vivir en sintonía con los propios valores genera un significado que va más allá de las capacidades de la IA.
Las opiniones expresadas por los colaboradores de Entrepreneur son personales

Vivimos en una era de respuestas. Escribe tu pregunta en un motor de búsqueda o en un chatbot de inteligencia artificial (IA) y recibirás una respuesta instantánea, lógica y de alta calidad. Pero hay una pregunta que ninguna tecnología puede responder por ti: ¿Cuál es el sentido de la vida? La respuesta, curiosamente, es sencilla. Una vez la vi en una postal en un café de Katmandú: El sentido de la vida es el que tú quieras darle.
Desde entonces, me he dedicado a explorar la ciencia del significado: tratar de entender de dónde proviene realmente. ¿Es el estado en el que todo fluye? ¿El bienestar? ¿Los hábitos? ¿Las metas? ¿El fracaso? ¿La resiliencia? ¿La diversión?
¿Qué es lo que más lamentamos?
Quizá un mejor punto de partida sería preguntar: ¿Qué compromete el sentido de la vida?
En el libro Top 5 Regrets of the Dying (¿De qué te arrepentirás antes de morir?), la enfermera de cuidados paliativos Bronnie Ware recoge las reflexiones de personas en sus últimos días, cuando ya no se puede ocultar la verdad. Los principales arrepentimientos son:
- Ojalá hubiera tenido el coraje de vivir una vida fiel a mí mismo, no la vida que otros esperaban de mí.
- Ojalá no hubiera trabajado tanto.
- Ojalá hubiera tenido el valor de expresar mis sentimientos.
- Ojalá hubiera mantenido el contacto con mis amigos.
- Ojalá me hubiera permitido ser más feliz.
Creo que el arrepentimiento vive en un extremo del espectro emocional. En el otro extremo está la realización: esa sensación de que la vida es significativa, resonante y coherente. El arrepentimiento es dolor del pasado, recalentado para el presente.
¿Para reducirlo, podríamos delegar el trabajo, el coraje y la felicidad en la inteligencia artificial?
¿Conducirá la abundancia al vacío?
¿Pueden la inteligencia artificial y la robótica automatizar las tareas mundanas hasta hacer que el trabajo duro sea opcional? Elon Musk cree que sí. Predice que el desafío del futuro no será la productividad, sino la realización humana. Sin adversidad ni anhelos, ¿podría una abundancia de todo empujarnos al colapso emocional — o, peor aún, atraparnos en cámaras de eco de placer narcisista, convertidos en las estrellas de nuestras propias realidades digitales?
¿O haremos lo que los humanos siempre hacemos: crear desafíos, luchar, competir y soñar en grande? Aunque seamos como monos en jaulas de cristal, bajo la atenta mirada de un "dios" superinteligente que castiga el mal comportamiento, recompensa el esfuerzo y nos medica con precisión algorítmica. Bueno, a muchos de nosotros nos gustan las reglas y los límites. ¿Preferiría yo un soberano de IA a un gobierno humano imperfecto? Tal vez. ¿Podría la IA marcar un gran reinicio, redistribuyendo la riqueza y los recursos de manera más eficiente? Muy posiblemente. ¿Honrará el mérito — o invitará, incluso obligará, a todos a contribuir de manera significativa? (Le pregunté a ChatGPT, que respondió que la obligación solo sería necesaria si enfrentáramos amenazas existenciales).
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¿Qué hace que el viaje valga la pena?
Sea cual sea el futuro, el desafío central sigue siendo el mismo: hacer que el viaje se sienta significativo. Asegurarnos de que lo que hacemos importe — aunque sea solo para nosotros mismos.
Durante gran parte de la historia, la religión, los reyes, las naciones, las comunidades y las familias dictaban nuestros valores. No era necesario hacerse grandes preguntas, especialmente cuando el valor principal era la supervivencia. Pero ahora debemos preguntarnos: ¿Qué es importante para mí? ¿Qué me da plenitud? ¿Qué legado quiero dejar?
El propósito puede sonar grandilocuente, pero los valores están arraigados en nosotros —muchas veces ocultos bajo la superficie de nuestra conciencia, revelándose en momentos de estrés o alegría. Cuando aclaras tus valores, puedes comenzar a crear tu propia práctica espiritual.
¿Cómo se ponen en práctica los valores?
¿Te apasiona el fitness? Estira al amanecer, corre al atardecer y construye tu vida en torno a ello. ¿Valoras la bondad? Sirve a los demás, actúa con compasión y haz trabajo voluntario cada semana. ¿Valoras la paz? Medita, enseña yoga y haz campañas para acabar con las guerras.
Vivir alineado con tus valores genera significado, especialmente cuando es difícil. Necesitamos resistencia. Necesitamos estrés positivo. Nada resulta más satisfactorio que ver hasta dónde hemos llegado: cómo ahora manejamos la presión mejor que una versión más joven de nosotros mismos, o cómo hemos recuperado el equilibrio después del caos y la disrupción.
En mis talleres, suelo preguntar a las personas de qué se sienten más orgullosas en el último año. Las respuestas nunca tienen que ver con lo fácil. Siempre hablan de resiliencia: superar enfermedades, apoyar a seres queridos, alcanzar metas desafiantes o simplemente no rendirse.
¿Cuál es hoy el viaje del héroe?
No tenemos que ser perfectos. Pero sí necesitamos intentarlo, fallar e intentar de nuevo. Ese es el viaje del héroe: salir de la zona de confort, reunir aliados, adquirir habilidades, caer y volver a levantarse. Conquistamos al dragón y regresamos a casa transformados. Ese viaje es lo que crea significado.
La IA no puede darnos eso. Puede ser una herramienta, pero todavía necesitamos dominio, crecimiento, comunidad y coraje.
Sí, algunos podrían quedarse atrás — sumergidos en realidades virtuales, alimentados por robots, viviendo en sueños "gamificados" y de plasma. Una Matrix de la vida real.
Pero hay otra posibilidad: definimos nuestros valores y la IA nos ayuda a encontrar desafíos donde aún podamos hacer la diferencia. Nos sugiere aliados. Nos impulsa hacia el propósito. Y, como todo buen guía, deja que nos tropecemos.
¿Por dónde empezamos?
Hacemos algo que valga la pena — ya sea alcanzar una meta, estar al servicio de otros o amar a alguien.
Trabajamos menos. Vivimos con autenticidad. Mantenemos el contacto con nuestros amigos. Decimos nuestra verdad. Permitimos la felicidad, pero todo comienza con los valores. Porque si no los eliges conscientemente, los absorberás inconscientemente —ya sea de la cultura de consumo, de los influencers o de la comodidad— y acabarás sintiéndote vacío.
Así que descubre tus valores. Practícalos. Construye resiliencia. Sueña en grande. Apunta a las estrellas — y con la ayuda de la superinteligencia, puede que incluso llegues a ellas.
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