Soy un CEO que quería bajar de peso y mejorar mi salud. Aplicar estrategias empresariales me ayudó a lograrlo — aquí te cuento cómo Al llevar los mismos principios de ejecución que aplico en los negocios a mi vida personal, descubrí que el verdadero liderazgo se basa en la integridad y que lograr resultados duraderos requiere un enfoque holístico de la vida, no solo centrarse en la estrategia.
Por Daniel Marcos
Key Takeaways
- Trata tu salud como un negocio: con estrategia y estructura.
- Tener objetivos claros, darles seguimiento y establecer rutinas impulsa el éxito en cualquier área de tu vida.
- La técnica de liderazgo que usas para guiar a otros también puede transformar tu vida.
Las opiniones expresadas por los colaboradores de Entrepreneur son personales
Durante gran parte de mi vida adulta, he vivido en dos mundos.
En un mundo, era el CEO: ejecutaba estrategias complejas, hacía crecer una empresa, asesoraba a líderes y hablaba en escenarios internacionales sobre cómo escalar con menos drama. En el otro, era una persona que no lograba resolver uno de los desafíos personales más básicos: controlar mi peso.
Desde mis 30 años, he lidiado con mi salud. Perdía unos cuantos kilos… y luego los recuperaba. Comenzaba una dieta, la abandonaba. Me inscribía en un gimnasio, dejaba de ir. Cada vez, me decía a mí mismo que estaba demasiado ocupado dirigiendo una empresa como para enfocarme en mí.
Pero un día, tuve una conversación que lo cambió todo. Un amigo —también CEO— me hizo una pregunta simple: "¿Por qué no tratas tu salud como tratas tu negocio?".
Ese comentario me llegó profundamente.
Porque la verdad es que ya tenía el conocimiento y las herramientas. Todos los días asesoro a líderes sobre cómo ejecutar y escalar utilizando metodologías ágiles y una ejecución disciplinada. Ayudo a las empresas a pasar del caos a la claridad. Sé cómo construir sistemas sostenibles y generar responsabilidad.
Entonces me pregunté: ¿y si dejaba de separar lo personal de lo profesional? ¿Y si aplicaba las mismas disciplinas que uso en los negocios a mi propia salud?
Ese fue el comienzo de mi transformación.
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Ejecución empresarial, resultados personales
Hay un dicho muy popular en el mundo empresarial: "Las ideas son fáciles, la ejecución lo es todo".
En los negocios, la ejecución es lo que determina si el crecimiento vive o muere. A lo largo de los años, he visto empresas despegar o colapsar según qué tan bien sigan tres disciplinas clave de ejecución:
- Claridad en sus prioridades y objetivos.
- Visibilidad a través de un panel de control.
- Ritmo mediante revisiones periódicas.
Cuando finalmente me comprometí con mi salud, decidí aplicar esos mismos tres principios.
1. Define un objetivo claro y específico
En el mundo empresarial, enseñamos a los líderes que la claridad supera a la inteligencia ingeniosa. No basta con decir "Quiero crecer". Hay que definir cuánto, para cuándo y por qué es importante hacerlo. Solo entonces la ejecución cobra sentido.
Durante años, me repetí: "Quiero bajar de peso". Pero eso es como si un CEO dijera: "Queremos aumentar los ingresos". Vago, seguro, sin compromiso.
Así que lo cambié.
Me propuse una meta clara: quiero perder 10 kilos en 90 días. No solo para verme mejor, sino para sentirme más ligero, dormir mejor y tener la energía para liderar, hablar en público, viajar y servir a mi comunidad.
Una vez que hice ese cambio, todo se volvió más fácil. Tenía una dirección, un objetivo y una fecha límite. Y lo más importante: algo con lo que podía comprometerme.
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2. Crea un panel de control para seguir tu progreso
Una de las principales razones por las que las empresas se desvían, es la falta de visibilidad en tiempo real. Sin datos, las decisiones se toman con base en suposiciones y emociones, no en hechos. Por eso los paneles de control son tan importantes: dicen la verdad.
Así que construí un panel de control personal.
No era nada sofisticado —al principio solo era una hoja de cálculo—, pero rastreaba las métricas que realmente importaban: peso, entrenamientos, comidas, sueño y niveles de energía. Lo revisaba cada semana, igual que haría con un reporte empresarial.
Algunas semanas subía de peso, y algunos días me saltaba el ejercicio. Pero en lugar de reprocharme, revisaba el panel como lo haría un CEO: ¿Qué cambió? ¿Qué está funcionando? ¿Qué necesito ajustar?
Los datos eliminaron el drama. No necesitaba frustrarme: necesitaba ser estratégico. Ese cambio de mentalidad me ayudó a ser constante y mantenerme enfocado.
3. Establece un ritmo de reuniones
Toda empresa saludable tiene un ritmo de reuniones. Reuniones diarias, revisiones semanales, juntas estratégicas mensuales. Estos encuentros dan generan alineación, responsabilidad y avance.
¿Por qué no haría lo mismo con mi salud?
Así que lo hice. Le puse estructura a lo que antes era caos. Establecí revisiones semanales conmigo mismo. Cada domingo revisaba mi progreso, identificaba patrones y planeaba la semana siguiente. También involucré a otras personas: mi esposa me ayudó a planear las comidas y actividades, y me reunía regularmente con un coach de salud para mantener la responsabilidad.
Ese ritmo le dio a mi vida personal la misma cadencia de la que siempre he dependido en lo profesional. Me mantuvo con los pies en la tierra. Y lo más importante: hizo que el proceso se sintiera manejable.
Los resultados — y la verdadera lección
Bajé de peso.
Pero más allá de eso, recuperé una sensación de control.
Mi energía mejoró, y mi sueño se volvió más reparador. Empecé a estar más presente en reuniones, sobre el escenario y en casa. Comencé a sentir que estaba escalando yo mismo, no solo mi empresa.
Esa es la verdadera lección: la ejecución no es solo una estrategia de negocios — es una estrategia de vida.
Muchas veces dividimos nuestro aprendizaje en partes. Separamos nuestros roles — líder, pareja, padre, amigo — como si las herramientas que usamos en un área no pudieran beneficiar a las demás. Pero la verdad es que las mejores estrategias de negocio son, en el fondo, estrategias profundamente humanas. Funcionan porque brindan claridad, estructura y compromiso — cosas que todos necesitamos en cada aspecto de la vida.
Al final, este camino me enseñó algo más que a perder peso — me enseñó sobre integridad.
Para liderar a otros, primero debemos liderarnos a nosotros mismos. Para escalar una empresa sin perder la cabeza ni la salud, tienes que alinear todo tu ser. Eso significa aplicar a tu vida personal la misma sabiduría, disciplina y cuidado que aplicas en tu negocio.
Las herramientas ya están en tus manos. Solo tienes que decidir usarlas en todas partes.
Ya sea que estés construyendo una empresa o una versión más saludable de ti mismo, el camino es el mismo: metas claras, progreso visible y ejecución disciplinada.
Así es como se escala con menos drama — y con más impacto.
